Un deforme planeta aparentemente desierto escondía un bosque
con una milenaria civilización. Este bosque se encontraba en el interior de un
vasto cráter de mil doscientos kilómetros de diámetro. Sus habitantes eran
humanos, pero con algunas diferencias. Eran más parecidos a un Homo erectus que
a un Homo sapiens. Todavía no habían descubierto el lenguaje y se comunicaban
mediante mímica. A veces andaban erguidos y otras a cuatro patas. Pasaban gran
parte del tiempo subidos a los árboles, saltando de rama en rama, para cazar
animales y comer las hojas de los árboles. Yo había llegado accidentalmente
allí, pues iba en busca de un planeta diferente llamado La Tierra , con la intención de impulsar su tecnología y desarrollo, pues estaba muy atrasado aún; Pero parece que el
sistema de la nave lo programaron mal y acabé aquí. En este bosque tan sólo
existen éstos seres. Ellos son lo más avanzado que he podido encontrar. El
bosque es precioso y sus gentes tranquilas y afables. Sus sonrisas en el rostro son casi
permanentes. Viven con lo que hay en el bosque, rezan a los árboles y al río.
No necesitan más. La verdad, les admiro; pero… están atrasados. Muy atrasados.
Tanto que ni siquiera conocen el fuego. ¡Hasta el Homo erectus conocía el fuego! ¡el fuego dios mío, tan necesario para la vida! No era este el planeta al que estaba destinado ayudar, pero estoy dispuesto a
cambiarlo de arriba abajo. Les daré nuevas oportunidades y conocerán un mínimo
de bienestar; tanto como me sea posible enseñarles en seis meses que dure la
batería de primer repuesto de mi nave. Empiezo enseñándoles las letras, los números,
la escritura y la lectura, la creación de utensilios básicos para trabajar la
tierra y cazar, la explotación de minerales y piedras preciosas, la utilización
de la fuerza del agua. Hacemos pequeñas presas, cercamos algunas casas con
vallas de madera e imponemos las primeras reglas. Se establecen algunas horas
de trabajo obligado para rendir más y producir más rápidamente, para progresar así
lo antes posible. Se nombran jefes que dirijan a los que no hacen caso,
comienzan los celos, la envidia, las diferencias, las discusiones. Se dictan
juicios, se imponen castigos, se acusan los unos a los otros. El alegre pueblo
ha borrado su sonrisa. La ha cambiado por una expresión de furia y tristeza.
Llevo solo cuatro meses, pero me doy cuenta que tan sólo he traído la desgracia
a este planeta. El bonito bosque y sus gentes no se merecen esto. Me subo a mi
nave sin avisar de mi partida y despego poco a poco. El ruido de mi nave llama
la atención de los indígenas que vienen corriendo acusándome de traidor y
desertor. Gritan enfurecidos que acabaran con mi vida, y lanzan flechas y
utensilios metálicos que yo mismo les he enseñado hacer. Triste, abandono el
mágico bosque, pensando para mi consuelo que por lo menos se conserva el
idílico paisaje natural. Es curioso, pienso, pero me voy de este lugar sin
haber enseñado hacer fuego a estos pobres diablos. Al principio pensé que era
algo primordial que deberían saber antes que ninguna otra cosa. Ahora me alegro
enormemente de no haberlo hecho. Mientras mi nave se aleja, una cascada de
pensamientos encontrados golpea mi cabeza una y otra vez. De pronto, en la
lejanía observo boquiabierto como el bosque empieza a ser devorado por las
llamas.
— ¡No puede ser! ¡¿cómo es posible?!
¡ellos no conocen el fuego! !Tan siquiera
saben los que es una chispa! Exclamo.
De pronto, nervioso y confuso me
llevo la mano al bolsillo de mi pantalón.
—
¡No puede ser! ¡No es posible! ¡Mi mechero!
Abatido y cabizbajo me doy
cuenta como un último y estúpido error ha provocado la extinción de una civilización
más antigua que la Terráquea. Posiblemente la más antigua del universo… y posiblemente la
más alegre.
Una sociedad feliz puede ser una sociedad que tenga cubiertas sus necesidades básicas, sin necesidad de tener que trabajar en exceso para crear y consumir cosas que no les hacen falta, incluso que les hacen enfermar en ocasiones.
ResponderEliminarEs verdad que para ser feliz se necesita poco. Sobre todo salud y amor. Tanto de amigos , hermanos, padres y pareja
ResponderEliminarDeberíamos no ser tan competitivos, ni tener tanta envidia. Y valorar más lo que tenemos y apoyarnos más los unos a los otros.🤗💪
lo superficial simpre termina carcomiendo el alma y la integridad humana, pero tambien ser egolatra, pensando en q todo el mundo q te rodea necesita de ti y asi no es, dar gracias por aquello q el exterior y los demas nos dan sin esperar nada a cambio es una señal de humildad, los frutos, el alimento, el cobijo y todo lo bello q nos regala nuestro planeta, es digno de agradecer.
ResponderEliminarEn nuestra sociedad a veces es difícil dejar el ego a un lado.
ResponderEliminarSi es verdad, hay que valorar más lo que tenemos y lo que nos ofrece la vida a diario.