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Mostrando entradas de 2021

INMORTAL

 Llevaba semanas andando por un interminable sendero de álamos. Al final del sendero esperaba encontrarme con una casa abandonada, propiedad de mis antepasados. Cuando vi que llegaba al final, los árboles desaparecieron y no vi rastro de casa alguna. Pero al pasar los dos últimos árboles,  aparecí de pronto dentro del enorme salón de una imponente casa. Tenía una decoración victoriana y estaba repleta de fotos antiguas y enormes cuadros con retratos de mi familia. Los grandes ventanales se elevaban desde el suelo hasta el techo, y estaban vestidos con cortinas de seda. Un portón al fondo tallado en madera de roble, daba acceso a otra sala que parecía i. Abrí el gran portón y me topé con una preciosa escalera de caracol elaborada con madera de ébano. Bajé lentamente y empecé a oí unas voces conocidas. Cuando llegué al piso de abajo, me encontré con un enorme comedor y una preciosa y alargada mesa puesta, repleta de comensales. Allí estaba esperándome toda mi familia. Hasta treinta gener

AMARU Y LAS OLAS DEL MAR

 Un día Amaru descansaba en la playa y veía absorto las olas del mar.    -¡Qué bonitas son las olas! pero que pena que se rompan, pensó... Papá ¿No podríamos llevarnos una ola a casa? ¡yo quiero una ola del mar! Quiero conservarla, admirarla, poseerla. Su padre contestó sonriente.    -En casa no cabe una ola. Poseerla no tiene sentido; puedes admirarla cuando vengamos a la playa hasta que te canses. No hace falta poseer la naturaleza para disfrutar de ella, basta con observarla y disfrutar.

EL PLANETA DEL BOSQUE ALEGRE

Un deforme planeta aparentemente desierto escondía un bosque con una milenaria civilización. Este bosque se encontraba en el interior de un vasto cráter de mil doscientos kilómetros de diámetro. Sus habitantes eran humanos, pero con algunas diferencias. Eran más parecidos a un Homo erectus que a un Homo sapiens. Todavía no habían descubierto el lenguaje y se comunicaban mediante mímica. A veces andaban erguidos y otras a cuatro patas. Pasaban gran parte del tiempo subidos a los árboles, saltando de rama en rama, para cazar animales y comer las hojas de los árboles. Yo había llegado accidentalmente allí, pues iba en busca de un planeta diferente llamado La Tierra , con la intención de impulsar su tecnología y desarrollo, pues estaba muy atrasado aún; Pero parece que el sistema de la nave lo programaron mal y acabé aquí. En este bosque tan sólo existen éstos seres. Ellos son lo más avanzado que he podido encontrar. El bosque es precioso y sus gentes tranquilas y afables. Sus sonrisas en

LA ANCIANA DEL MUNDO SUBTERRÁNEO

 En la monótona, solitaria y pintoresca colina vivía una poderosa mujer. Se decía que vivía entre dos mundos. El mundo exterior y el inframundo, sumido en el interior del planeta. Pocas veces se la veía en la colina, pues el mundo exterior no era su hábitat común. Sólo aparecía en momentos puntuales, para resolver algún conflicto en la tierra. Moraba entre los pueblos indios, compartiendo su sabiduría y poder. Recorría el desierto adoptando formas de animales, adaptándose al medio y pasando desapercibida. Ella sólo venía al mundo de los humanos para observarnos y mejorar nuestra sociedad. Un día la encontré en la colina. Estaba mal herido y no podía caminar. La vi a lo lejos. Tenía forma de serpiente. Sigilosamente se acercó hasta mí, arrastrándose por la arena. Sus ojos brillaban y se clavaban en los mios. Su bífida lengua no paraba de moverse. Rodeó mi cuerpo déjandome totalmente inmóvil. Un súbito dolor, acompañado de varios escalofríos recorrieron  mi cuerpo. Sentí que acabaría con

NIÑO DESPISTADO

 Siempre se olvidaba de todo... unas veces la mochila del colegio, otras el abrigo, y otras, se olvidaba de dónde tenía que ir y dónde estaba. En principio a él no le importaba demasiado, pues era un niño, pero en el fondo si le afectaba. Los despistes eran continuos y la gente a su alrededor no le entendía, pero el se sentía bien consigo mismo. Sin embargo, hay algo que él hacía y que otros  parecían olvidar... Y es que él siempre pensaba en que necesitaban los demás y cómo se sentían las personas que había su alrededor. Para eso se diría que tenía una especial atención, y la gran mayoría un gran despiste.

BARRIO

Allí nunca pasaba nada interesante, decían los más jóvenes. Demasiados robos, decían los más viejos. Pero Pablo era un niño que siempre encontraba la parte mágica y maravillosa de la vida. Le gustaba mucho su barrio. Observaba asombrado como las cigüeñas sobrevolaban la iglesia y los tejados de las casas de Vallecas y se posaban en lugares imposibles de creer, con una elegancia y maestría impensable. También le encantaba observar a la gente de su barrio. Todos tan diferentes… la cultura, el color, las costumbres. Para Pablo era un espectáculo admirable. Pero lo que a Pablo más le llamaba la atención era la “Casa de la Parra”. Tenía una gran parra enredada a una pérgola situada en la entrada de la casa. Tres escalones y un pequeño patio decorado con plantas, figurillas de duendes y dos entrañables abuelitos observando siempre desde sus sillas de forja, formaban parte del teatral escenario. Pablo juró haber visto a los duendes de su patio cantar, bailar y reír en la noche y asombrado les