Los osos panda del parque de Chendú jugueteaban libremente entre los verdes bambúes. Cientos de turistas se agolpaban para verlos. Yo era uno de ellos. Estaba haciendo un largo viaje por toda china pues siempre había querido conocer bien sus costumbres y tradiciones. Después de un mes ya lo conocía bastante bien. Sólo me quedaban cuatro regiones por visitar y pronto volvería a España a trabajar en mi nueva novela. Cuando salí del parque me encontré a un hombre que no paraba de mirarme. Parecía un longevo anciano pero se movía con destreza y caminaba veloz. Se ocultaba entre la gente pero sé que me espiaba por alguna razón. Fui tras él pero desapareció entre los árboles de un solitario bosque que había al salir del parque. Intenté seguir su rastro y cuando me quise dar cuenta estaba entre enormes troncos de árboles. Horas más tarde estaba allí perdido sin saber como salir. Entonces apareció una especie de llamarada azul flotando en el aire. Se transformó en el anciano que me espiaba y
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