Cuando me levanto vuelve a ocurrirme lo mismo. Todas las mañanas igual. Salgo de la cama y bajo las escaleras. Abro la puerta y salgo a mi pequeño jardín. Allí está ella. Me invita a seguirla y me lleva a la piscina, cogiéndome de la mano mientras sonríe. Juntos bajamos las escaleras y nos sumergimos muy poco a poco en el agua. No está fría. Su temperatura no puede ser más agradable. Más cálidas son las caricias de ella. No sé quién es, pero desarma mis sentidos y me lleva a las profundidades de la piscina y más hondo aún, en un remolino de besos y abrazos. Segundos más tarde me doy cuenta que hemos llegado al fondo del mar y buceamos juntos entre animales marinos y hermosos corales. Pero al cabo de un tiempo ella se desvanece y muestra cara de desesperación mientras lo hace. Yo no sé cómo se llama, ni quien es, ni dónde encontrarla… sólo sé que aparece todos los días en mi jardín para sumergirme en la piscina y vivir momentos dulces. Luego despierto de nuevo y me doy cuenta que es un sueño que no puedo dejo de tener a diario.
CONTINUARÁ …
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