Caminaba despacio por que no sabía lo que me podía pasar si pisaba en un lugar poco adecuado. Todo estaba oscuro en aquellos túneles subterráneos. Quería encontrar las ruinas que me indicó el anciano del metro. En la estación de metro de La Gavia, donde comencé esta andadura, estaba el túnel que te llevaba a la galería subterránea donde estoy ahora. Estaba totalmente oscura y era muy húmeda. Había algunas ratas a las que intentaba ahuyentar con mi potente linterna. El anciano me aseguró que no tardaría más de una hora el llegar. Allí se encontraba misterio ancestral más codiciado del mundo: el inicio de la humanidad. Estas ruinas detallaban cómo había empezado todo. Caminaba con prisa de descubrir el enigma, y después de varias horas por fin me encontré con una enorme sala iluminada por una extraña fuente de luces de colores cálidas amarillo anaranjadas. En el centro había unas ruinas con jeroglíficos. Describían cómo un enorme ser divino con forma humana, llegó al planeta. Se sumergió después en el mar y desapareció, transformándose en una gran multitud de seres marinos. Éstos a su vez se desarrollaron y fueron cambiando hasta convertirse en varias especies donde una de ellas se impondría a todas: el ser humano. Surgirían después muchas y diferentes civilizaciones. Formas muy diferentes de ver la vida. Surgirían intercambios culturales, acuerdos comerciales, disputas y guerras... La leyenda contaba como llegaría el día en el que todos nos volvamos a unir, para volver a ser uno sólo, llevándonos la sabiduría de la tierra a otro planeta.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
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