Durante años he pensado que pasaría si estuviese totalmente solo en un lugar durante un largo periodo de tiempo. No se si duraría mucho tiempo cuerdo. Empezaría hablar conmigo mismo y terminaría hablando con los objetos que tuviese a mi alrededor como si tuvieran vida propia, igual que en las películas de “ Naufrago “ o “ Soy Leyenda “. Pero lo que nunca me imaginé estar rodeado de miles de personas a diario, desde que salgo de mi “ capsula ” de sueño hasta que vuelvo a meterme para dormir. Así es el futuro en el que hemos acabado viviendo la mayoría de los humanos. La clase dominante nos han llamado haciéndonos pensar que dominamos algo. Sin embargo nos llaman así por que somos el 90 % dela población, hacinada en ciudades “cubo” donde tenemos cubiertas las necesidades básicas para vivir. Dentro de esas necesidades no se encuentran precisamente la calidad de vida, el tiempo libre, las relaciones sociales o el entretenimiento sano. Básicamente se pretende que pensemos en que vivimos bien contribuyendo con nuestras diez horas de trabajo a mantener el buen funcionamiento de las ciudades. De esta manera el 10% de población pueden mantener el estilo de vida del siglo XX. Ellos no viven en ciudades cubo. A diferencia del resto de gente viven en ciudades “burbuja” con una tecnología mucho mas cara y avanzada para tener una atmosfera inmejorable, donde respirar se vuelve una experiencia única. Tus pulmones parecen alimentarse y agradecer ese momento, pues sientes como se hinchan y deshinchan experimentando un gran chute de energía vital. En ese momento experimentas una energía interior con la que sientes que podrías hacer cualquier cosa que te propusieses. Tu vista, tus oídos, todos tus sentidos están al cien funcionan en ese momento al estar completamente oxigenados, y tu cerebro está al nivel del una supercomputadora. También te sientes inspirado, creativo, animado… El aire de las ciudades “burbuja” es realmente fantástico. Lo se por que una vez estuve allí. Tuve una oportunidad única de ir allí hacer un trabajo durante un mes. Necesitaban jardineros y esta es mi profesión en las ruidosas ciudades cubo, donde los jardines son escasos y muy pequeños. En ciudad burbuja los jardines eran la principal atracción de sus habitantes. No hay palabras para describir aquella maravilla. Tuve la oportunidad de construir la sección doce de la ciudad junto a seis jardineros más. Tras pasar allí los primeros días experimente varios cambios. Me sentía mejor física y mentalmente. Pero también llegué a la conclusión de que a pesar de ser personas educadas y ociosas, eran personas muy vacías y aburridas por que la soledad las intoxicaba más que el aire de ciudad “Cubo”. En ese momento me di cuenta de que a pesar de aborrecer en ocasiones el ruido y el exceso de gente, era casi una necesidad que encendía la chispa de la vida y nos hacía sentir vivos.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
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