De camino a la universidad la vi pasar por el
parque de los arces rojos. La otra vez nos cruzamos un poco más adelante y tras
mirarla unos segundos desapareció. Después fue ella la que me siguió, pero
cuando fui a hablarla, se alejó corriendo. Fui tras ella y le dije que me
esperara, pero fue inútil. Así que de nuevo me quedé sin saber que quería de
mí. Al día siguiente pasó algo parecido; Y al siguiente la misma
historia. Al final tracé un plan para poder dar con ella. Me fui hasta el
parque de los arces rojos y atravesé primero la zona de los olmos y después el
paseo de álamos, para llegar por fin donde estaban los arces de colores
otoñales. Mi intuición me indicaba que la misteriosa chica ya me estaba
siguiendo y empecé a caminar un poco más rápido. Pasé al lado de los rosales
blancos y los enormes setos de abelias, y me metí después a un enorme y
frondoso bosque de bambús. Esta zona del parque era la más bonita a mi parecer.
Además de su carácter misterioso, me cautivaban los íntimos espacios que se
creaban entre la frondosa vegetación. Las enormes plantas de bamboo te rodeaban
y parecían acariciarte en todo momento con sus finas hojas. Era difícil caminar
en su interior, por que quedaban pocos espacios libres entre sus largos tallos
verde manzana. Lentamente y con sigilo me fui adentrando, hasta que ya casi no
pude avanzar. En ese instante me di la vuelta y la vi a ella, que, como yo,
difícil mente se podía mover en tan angosto espacio. En ese momento le pregunté
con la mirada que es lo que quería de mí. Ella me contesto con sus labios que
me deseaba.
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