Cuando llegamos ya estaban allí. Cientos de militares armados hasta los dientes para asegurarse de tener la situación controlada. Pero no conocían al enemigo. No tenían ni idea de que todos ellos morirían en menos de una hora. En cuanto empezó el ataque los militares no supieron qué hacer. Casi no les dio tiempo a reaccionar. Disparaban al aire desperdiciando la mayoría de las balas y sin derribar prácticamente a ningún enemigo. Iban provistos de radares especiales, sensores de movimiento, temperatura de ondas electromagnéticas, y otros avances tecnológicos, pero de nada les servía puesto que el enemigo era casi invisible y no era de sangre caliente. La tecnología de los aguerridos militares no valía para nada. Aquellos seres tenían una composición bioquímica totalmente diferente a cualquier ser vivo que se halla visto en la tierra. Consistían en una masa deforme casi transparente que cambiaba de forma sin parar de manera veloz y violenta. A veces intentaban imitar el aspecto humano y
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