Cuando llegamos ya estaban allí. Cientos de militares armados hasta los
dientes para asegurarse de tener la situación controlada. Pero no conocían al
enemigo. No tenían ni idea de que todos ellos morirían en menos de una hora. En
cuanto empezó el ataque los militares no supieron qué hacer. Casi no les dio
tiempo a reaccionar. Disparaban al aire desperdiciando la mayoría de las balas
y sin derribar prácticamente a ningún enemigo. Iban provistos de radares
especiales, sensores de movimiento, temperatura de ondas electromagnéticas, y
otros avances tecnológicos, pero de nada les servía puesto que el enemigo era
casi invisible y no era de sangre caliente. La tecnología de los aguerridos
militares no valía para nada. Aquellos seres tenían una composición bioquímica
totalmente diferente a cualquier ser vivo que se halla visto en la tierra. Consistían
en una masa deforme casi transparente que cambiaba de forma sin parar de manera
veloz y violenta. A veces intentaban imitar el aspecto humano y otras
simplemente se convertían en una esfera que flotaba de un lado a otro. Sin
embargo, los militares creyeron que se trataba de algo diferente. Su
prepotencia les traicionó y en pocos segundos aquellos seres acabaron con más
de cinco mil militares desplegados en aquella calurosa explanada desértica de
Zaragoza que llamaban Monegros. Nosotros lo vimos desde un risco. A mí y a mis
amigos siempre nos gustaron las historias de misterio y de terror, y queríamos
estar allí. No nos lo podíamos perder. Por eso, aunque la operación era de alto
secreto, uno de mis mejores amigos, que también era uno de los mejores hackers
que conozco, se las apañó para enterarse de todo y saber que el encuentro sería
de madrugada. También ideó un plan para colarnos en una pequeña cueva que había
ahí y esperar antes de que precintaran todo para el encuentro. Nos faltó llevar
refrescos y palomitas. Pero después de todo lo que había pasado ya se nos
habían quitado las ganas de tomárnoslo a cachondeo. Estábamos totalmente
horrorizados con lo sucedido y nos habíamos resguardado detrás de las rocas.
Sin embargo, varias veces se acercaron flotando aquellos seres y dieron más de
una vuelta alrededor nuestro. Sentimos como si estuvieran analizándonos. Pero
después volvían al punto de partida. Menos mal que se fueron después y no
volvieron más. Dimos por hecho que al no verse atacados no reaccionaron. Suerte
que les parecíamos inofensivos. Creímos que quizá querrían replicar nuestra
forma humana. Después pensamos mil cosas similares pues mis amigos y yo éramos
muy frikis y la situación justificaba cualquier loco argumento.
De pronto una luz apareció en el cielo. Una
enorme bola blanca. Era como si estuviese bajando el sol a la tierra. Uno de
los seres salió de la esfera luminosa. Era otra de esas deformes masas
translucidas, pero mucho más grande y aterradora. Me recordaba a la reina
dentro de un hormiguero ejerciendo su labor de liderazgo. La masa deforme
empezó a tomar una figura parecida a la de un humano. Una enorme figura humana
que se impuso a un ejército pues a los pocos segundos todos los otros seres le
rodearon. Formaron más de veinte anillos flotantes y giratorios que poco a poco
se fueron deshaciendo y desaparecieron fulminantemente dentro de la esfera de
luz. Cuando ya no quedó ninguno la enorme figura semitransparente se ocultó
también tras la esfera luminosa. A los pocos segundos se elevó y se desvaneció
sin dejar rastro en el cielo.
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