Después de haberme puesto la anestesia y haber limpiado las caries, el
odontólogo rellena la cavidad del empaste. Luego la endurece durante unos
segundos, la pule con detalle y me pide que muerda una y otra vez, pero no
siento los dientes. He dejado de sentirlos de repente. Llevo las manos a mi
boca y tampoco la siento. Trato de tocar mi cuerpo, pero no hay ni rastro de él.
Es como si me hubiera desvanecido por completo. En ese momento me miro en el
espejo que hay en la sala y sólo veo mi sombra. Grito del susto y despierto en
mi cama. Estoy sudando de lo nervioso que me estoy. Ya es la tercera noche que
me pasa esto y aparentemente mis dientes están bien. Mi última revisión fue
hace dos semanas y desde entonces ese sueño; esas imágenes en mi cabeza que no
cesan. Voy al baño, enciendo la luz y reviso mis dientes. Todo parece estar
bien. Apago la luz consternado y medio dormido. De pronto, al fondo, en la oscuridad del salón, veo una luz. Un punto rojo que
brilla parpadeando en la oscuridad. Me acerco extrañado. Todavía estoy medio
dormido y mis ojos están casi cerrados, así que tardo en darme cuenta de que
esa luz es un reflejo. Proviene de mi boca y se está reflejando en el espejo de
una pequeña lámpara de mesa. Me voy de nuevo al baño para verla mejor. Me pongo
frente al espejo con la luz apagada y… efectivamente una luz roja sale de la
parte inferior de mi muela; es diminuta. Prácticamente no se ve, pero está ahí,
de eso estoy seguro. Empiezo a tener una gran sensación de impotencia y
desasosiego. Quiero saber quién me ha implantado eso. Seguramente sea uno de
esos modernos chips que anuncian en la tele que en un futuro cercano tendremos
todos. Pero ni siquiera me avisaron. ¡Maldito doctor! Desesperado recorro una y
otra vez el salón de la casa pensando que hacer. Miro en internet al respecto y
solo veo todo tipo de locuras y teorías conspiranoicas al respecto. Finalmente
me dirijo a la terraza y abro el armario donde está la caja de herramientas. La
miro unos segundos fijamente, frunciendo el ceño, e indeciso primero y con
decisión después, cojo los alicates. Me voy con paso firme al baño, abro la
boca, abro los alicates y … despierto otra vez sudando y consternado.
Maldita sea, otra vez esta pesadilla. Mañana sin falta pido cita en el dentista.
Comentarios
Publicar un comentario