LA MUJER DEL FONDO DEL MAR
Ya no sabíamos
que decirle aquella mujer. Decía que venía del mar. De las profundidades del
mar, decía ella. Pero los pescadores afirmaban que la vieron intentando llegar
a la orilla mientras se mantenía a flote como podía. Lo cierto es que estaba
mar adentro y su aspecto no era del todo malo. Cualquier otra persona hubiera
llegado extenuada, casi muerta de cansancio. Pero ella tan solo estaba
pensativa y tenía la mirada perdida. A menudo dirigía su vista al mar y durante
varios minutos lo observaba fijamente. La chica había llamado la atención de
aquel pueblo de pescadores de la costa gallega llamado Muxía. Nunca habían
visto un caso así, pues la mujer en plenas facultades no dijo palabra alguna
durante los cinco primeros días. Sin embargo, al quinto día empezó a contar su
historia como una novela, de principio a fin. Una extraña historia que un
escritor no muy conocido escribió después, publicándola y convirtiéndose en un
éxito mundial. La historia decía así:
Llevaba siglos
allí abajo, en el fondo del mar. Sola, sin saber por qué estaba allí, pero
recorriendo cada oscuro rincón de las profundidades. Su familia se fue y no le
dijo donde, y durante años fue la motivación de recorrer los cinco océanos a lo
largo y ancho de todo el mundo. Pero no
les encontró. Sin embargo, una persona llego a su vida. Un joven pescador calló
en sus brazos cuando su barca se hundió por un temporal. El joven creyó que
ella era una sirena y aquello le hizo gracia. Le dijo que era una joven normal,
como él, y que, como él, también buscaba algo que necesitaba y era para mí, lo
más importante en mi vida.
Los dos
jóvenes llegaron nadando a una isla cercana y hablaron durante horas. El joven
quedo impresionado con su asombrosa historia. La joven también quedo embelesada
con todas las aventuras que el joven pescador le contó durante toda la noche.
Durante varios días fueron muy felices en aquella pequeña isla y aquellos
momentos de dicha y ternura darían lugar a una nueva vida, frutos de aquellos
mágicos momentos. La felicidad cada vez mayor, hizo que la joven dejara de
anhelar a su familia y aceptara su pérdida. El pescador lleno su vacío y
viceversa. Pero un día una desenfrenada y cruel tormenta tropical se llevó por
delante la casa de la joven pareja, al joven pescador y a su pequeña hija. La
mujer maldijo el cielo y el mar por llevarse a todos los pescadores y prometió
arrebatarle al mar su familia, aunque le costase la eternidad y su vida.
Entonces, con voluntad y valentía la mujer se echó al mar y recorrió los cinco
océanos para encontrarles. Después de recorrer todo el fondo recorrió las
superficies de los mares. Al principio su incansable voluntad la mantuvo a
flote durante años, pero después empezó a perder la esperanza y la ilusión de
encontrar a su familia y dejó de nadar. Ya sólo flotaba en el agua como
queriendo entregarse al sueño eterno. Se dejó llevar por las olas y las
corrientes del mar de un lado para otro, sin rumbo alguno. Ya no buscaba nada.
Fue entonces cuando los pescadores de Muxía la encontraron y contó su historia.
Pero no fue eso lo más asombroso. Su historia se hizo famosa no sólo en el
pueblo y en Galicia. En toda España resonó la asombrosa historia de la muchacha
a la deriva y días después un hombre y una niña vinieron de Cantabria afirmando
que conocían a la mujer. Se supo más tarde que eran el joven pescador y su
hija. Los doctores dijeron al respecto del caso que la mujer al haber
naufragado había perdido toda noción del tiempo y la realidad y ella misma se
había creído aquella fantástica historia, mezclando datos reales y ficticios.
Sin embargo, no fue a un manicomio. La dejaron en paz con su querida familia,
que era lo único que deseaba. Muchos afirman que una semana después, a media
noche para que nadie les viese, se sumergieron en el mar y desaparecieron con
una pequeña barca. Un día le pregunté a un amigo del pescador adonde fueron. El
me miró fijamente durante un tiempo, como si la pregunta le resultara un tanto
evidente al par que molesta. Al principio no me contestó, pero tras unos
segundos pensativo me dijo:
—Fueron al lugar que pertenecen y del que nunca debieron salir… a su
isla.
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