Sobrevolando con un flamígero dragón los fiordos más grandes
de la tierra, aparecía en aquel sueño. Parte del hielo se derretía al pasar,
pues el cuerpo de mi dragón tenía una elevada temperatura. Pero, además, cada
pocos segundos lanzaba increíbles llamaradas que contrastaban con el frío
glacial de aquel lugar. Era un contraste muy agradable, por lo menos en mi
sueño, pues me calentaba el rostro y mis manos heladas. El dragón se elevaba
después y observaba el fantástico paisaje desde arriba, con los valles,
montañas y pueblecitos repletos de nieve virgen recién caída. El dragón se
retorcía en el aire adoptando complicadas posturas, pero gracias a mi cómoda
montura, lograba mantenerme firme y no caerme; más bien lo disfrutaba, y cuanto
más reía, más divertidas piruetas hacía mi dragón. Ahora ya he despertado e
intento reproducir una y otra vez el sueño en mi cabeza para vivirlo un ratito
más; para volver a tener a mi increíble dragón y saber que no sólo fue un
sueño; que podré verle más veces. Una sombra aparece entonces en mi cuatro. Un
aliento cálido llega a mi mejilla, acompañado de un suave rugido. Abro mis ojos
y veo que mi sueño comienza hacerse realidad.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
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