Siempre se olvidaba de todo... unas veces la mochila del colegio, otras el abrigo, y otras, se olvidaba de dónde tenía que ir y dónde estaba. En principio a él no le importaba demasiado, pues era un niño, pero en el fondo si le afectaba. Los despistes eran continuos y la gente a su alrededor no le entendía, pero el se sentía bien consigo mismo. Sin embargo, hay algo que él hacía y que otros parecían olvidar... Y es que él siempre pensaba en que necesitaban los demás y cómo se sentían las personas que había su alrededor. Para eso se diría que tenía una especial atención, y la gran mayoría un gran despiste.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
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