Un día Amaru descansaba en la playa y veía absorto las olas del mar.
-¡Qué bonitas son las olas! pero que pena que se rompan, pensó... Papá ¿No podríamos llevarnos una ola a casa? ¡yo quiero una ola del mar! Quiero conservarla, admirarla, poseerla.
Su padre contestó sonriente.
-En casa no cabe una ola. Poseerla no tiene sentido; puedes admirarla cuando vengamos a la playa hasta que te canses. No hace falta poseer la naturaleza para disfrutar de ella, basta con observarla y disfrutar.
Comentarios
Publicar un comentario