—¡Respira! ¡Intenta respirar! ¡Respira,
vamos! ¡Maldita sea! ¡No pares! ¡Esfuérzate más! ¡Si no te perderemos! ¡Tomás
no pares! ¡Tomás! ¿Tomás? ¿Tomás? Maldita sea ¡Tomás! Le perdemos. Teniente,
¿me oye? Le perdemos… se está yendo.
Ya no hay nada que hacer. Acabo de perder a
mi último compañero. Al mejor de todos. La única compañía que me quedaba en
este maldito lugar. Informo a la base y le doy las nuevas noticias.
Este planeta nos está matando. Soy el único
que queda de esta expedición. Ya son más de quince los que han sucumbido en
este terrible planeta. Buscamos lugares habitables sin hallar respuesta alguna.
Debemos encontrar los objetivos donde creemos que el aire no estará tan
contaminado y las aguas estén libres de patógenos. Donde la vida se habrá paso,
en vez de la muerte. Sólo uno de estos objetivos creemos que cumplirá las
condiciones. Incluso puede que sea un paraíso, pues ya han pasado siglos desde
la catástrofe que se desató en el planeta, y esperamos que se haya regenerado
el ecosistema del lugar, donde tenemos la esperanza de que comience todo de
nuevo. Deseamos poder volver como hicieron nuestros antepasados. Ya no podemos
seguir viviendo más tiempo en ese pequeño planeta que descubrimos siglos atrás,
y ésta es nuestra última esperanza. Creo que ya hemos aprendido la lección,
después de la gran guerra bacteriológica que vivió aquí la humanidad, hace
siglos atrás. Es hora de que volvamos habitarlo. Aunque no hayamos encontrado
el objetivo, sé que estoy cerca. Aunque estoy sólo, no me vendré abajo. Si sigo
vivo, pronto me localizarán y espero ya haberme asentado en el objetivo y estar
disfrutando del que antaño llamaban el paraíso de México. Allá voy México.
Espero ver tus playas, tus cenotes, tus cascadas de agua limpia y cristalina.
Todo lo que he oído de este lugar será ahora mi hogar, mi futuro y mi
esperanza.
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