VICENTE EN LA
MANSION
Vicente sale
corriendo por la escalera de la mansión de los García. Después recorre el
pasillo principal hacia una de las habitaciones, la habitación de Sofí, para
ser más exactos. Vacía todos los armarios y cajones de la habitación, y casi
con memoria fotográfica, vuelve a dejar todo en su lugar. Abre la pequeña caja
fuerte de su cómoda y ve el dinero y sus joyas, pero no los coge; Lo vuelve a
cerrar; No es eso lo que busca. Así que, después de deshacer su cama y hacerla
de nuevo, va al cuarto de Eli, al de Carlos y al de Luis, y hace exactamente lo
mismo. Revolverlo todo buscando hasta el
último rincón y volverlo a dejar todo como estaba. Como no lo encuentra, se va
al dormitorio principal y hace lo mismo. Pero algo ocurre en este cuarto. La
ira le corroe por dentro al ver la foto de su mujer con su amante y actual
pareja. ¿El que le ha robado el amor de su vida? O tal vez no. Tal vez hubo algo más. En este momento
empieza a cambiar el orden que había mantenido hasta ahora y deja algunas
pistas. Por no romper las fotos vuestras para no levantar sospechas, rompe
aquella taza veneciana que comprasteis en vuestra luna de miel. También se
cargó el búho de metales preciosos que comprasteis en Berlín y otros pequeños
tesoros que teníais en la habitación.
Minuciosamente recogió los pequeños trocitos después, pero en este caso
siempre quedan restos. Huellas evidentes e irrefutables para un inspector.
Respira profundo, se relaja y se para en seco justo cuando se dispone a salir
por la puerta principal, antes de que llegarais. Vuelve a subir todas las
escaleras de la casa. Llega al primer piso, después al segundo y a la
buhardilla por fin. Prueba a abrir el pequeño cofre de plata que comprasteis en
vuestro viaje a Túnez, el más romántico de todos los viajes. Allí están las
cartas que te escribió, con los versos y poemas más bellos que había escrito en
su vida. Aquí estaban tus cartas respondiéndole también. En este mismo momento
descubre que le engañas. Descubre que mientes en cada una de tus declaraciones,
pues ha contratado a un grafólogo especialista y tu letra cambia
considerablemente cuando mientes. El grafólogo en ese mismo momento le confirma
por el móvil que no hay lugar a dudas de que, desde el primer día de su
relación hasta el último todas sus cartas son un engaño. Vicente no es capaz de
asimilarlo y se tira por la ventana al ver que su mujer, ósea tú, le ha estado
engañando para quedarse con toda su fortuna. Muere en el acto y queda tendido
en el suelo. En la mano lleva las cartas que tú, Mónica, le escribiste
impúdicamente.
— Estoy impresionado detective. Entonces, ¿crees que les
convenceremos? Yo creo que es muy convincente, ¿verdad amor?
— Si, cariño. Este tipo es un genio.
Por cierto ¿es usted detective, policía, guionista? No me queda claro.
— ¡Cállate idiota! no líes más las cosas. Dejemos la fiesta en paz.
Entonces, quedamos en eso. Se deshacen del cuerpo, tapan el caso y nos dan el
aviso.
— Si Mónica, descuida, nosotros nos ocupamos de todo y os vamos
informando. El 50 % del pago lo podéis ingresar al finalizar el trabajo.
Cuidaros mucho… ah, y recuerdos a tus padres.
— Gracias chicos. ¡Espero no veros pronto!
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