Tomando un té en un centro comercial me pregunté por que seguimos comprando regalos en navidad. Las personas una y otra vez se reafirman en la importancia de no cumplir con los cánones sociales que la sociedad nos impone. Actualmente ¿nos los impone la sociedad? o ¿somos nosotros mimos los que no podemos dejar de actuar de la misma manera ,una y otra vez, aliviando con nuestros regalos nuestro deseo de ser bondadosos con el prójimo? ¿Por que a veces no somos capaces de romper con nuestros propios cánones y decir no, cuando lo deseamos? Este tipo de preguntas me las hacía y una y otra vez, ya sea por la presión social, o la mía propia, pues estaba cansado de rendirme en muchas ocasiones y terminar haciendo cosas que no quería, sufriendo después el chantaje emocional al que te someten unos y otros. Decidí entonces lo siguiente. Ya no iría a comprar regalos de navidad. Fui al decatlon que estaba al lado y compré todo lo necesario para hacer un gran viaje: una buena tienda de campaña, un saco de dormir, unas gafas de sol, un buen abrigo, bañadores y toallas, camisetas y jersey, zapatillas y botas. Nunca había ido tan cargado. Me sentía libre, emocionado. Rompería con todo y empezaría una nueva vida. Cuando llegué a la caja me tropecé de repente y acabé delante de una señora. Mi suegra, acompañada de mi mujer y mis hijos y demás familia. Parece que también hacían las compras de navidad. Tengo que reconocer que imaginarme romper con todo e planear mi gran viaje fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida familiar, por que después todo siguió igual. La tienda se la regalé a mi mujer y nunca la usamos. El abrigo a mi suegro, las gafas para mi suegra, los bañadores para los niños, que hubo que cambiar la talla, etcetc. Todavía hoy en día me sigo preguntando por que a veces hacemos lo que hacemos.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
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