Aquella melodía era celestial. Venía del interior de un armario y la había oído en mi cabeza durante toda la mañana, pero nunca creí que fuese real y menos que estuviese dentro del armario de mi casa. Había estado estudiando toda la tarde y ahora no me la podía quitar de la cabeza. Había subido las escaleras de la casa hasta el segundo piso y ahora estaba en mi cuarto donde se encontraba el armario con la puerta entreabierta. La melodía la oía ahora ligeramente más alta. Me acerqué temeroso al armario, movido por la curiosidad y el misterio. Lentamente abrí la puerta un poco más. Empecé a ver una luz violeta que asomaba entre la ropa arremolinada de mi armario. Se encontraba al fondo, bajo la montaña de pantalones, camisetas y t apilados y hechos una bola. Los fui retirando muy poco a poco y con mano temblorosa. Al fondo se encontraba aquella extraña cosa violeta. Era como una pequeña libélula luminosa la que creaba estas increíbles melodías. La intenté coger pero rápidamente se escabulló y se escondió al fondo del armario. Ya sin miedo entre para atraparla. El armario era enorme así que aquella especie de libélula tenía mucho espacio para esconderse. Las prendas que estaban colgadas en perchas las tenía que ir apartando de mi cara poco a poco pues estaban a la altura de mis ojos. Andaba con dificultad pues en el suelo había mucha ropa y me desestabilizaba al apoyar los pies. Cuando por fin retiré la ultima percha el rostro de una bella mujer apareció ante mí. Su figura luminiscente me deslumbraba y su melodía me había ipnotizado. De pronto se cerró la puerta del armario de golpe y ella dijo. -Ya eres mío. Nunca más se supo de aquel chico pero nosotras sabemos que las hadas del pantano se lo levaron y nunca más le dejaron ir.
Entro en su cuarto y sólo veo puntos luminosos esparcidos en una oscuridad total y etérea. Brillan con una intensa luz, oscilando cada pocos segundos, de un lado para otro. Después su destello se hace más tenue, y vuelve a brillar con fuerza de forma intermitente de nuevo, como si fuese una misteriosa fuente de energía. Tardo en darme cuenta de que es un cielo estrellado. Un pequeño retazo del universo ha venido a parar de forma inexplicable a esta habitación, en el suelo de aquel familiar cuarto, donde hicimos tantos experimentos Dani y yo. Experimentos de todo tipo: extraños, atrevidos, retorcidos y todos ellos muy peligrosos. Siempre queriendo retar los límites de la realidad sin ver las consecuencias de aquellos actos. Ahora entiendo que pasó aquel día, aquel martes noche, cuando desapareció la familia de mi amigo Dani. Él quería ir allí. Aquel increíble lugar al que alguna vez fuimos. Por poco morimos en el intento por una confusión milimétrica de coordenadas. Le dije que esperara
Comentarios
Publicar un comentario